Hace más de un mes que no escribo nada, pero la verdad es que no tenía nada que contar, podría hablar sobre Julian Assange y como influye en la dinámica de bloques, podría hablar sobre muchas cosas, pero la verdad es que no me apetece una mierda escribir sobre ello, de hecho no quiero escribir sobre nada relacionado con la política, ni sobre historia, ni siquiera sobre los libros que he leído. La verdad es que lo que quiero es estar aislado de la realidad, escribir banalidades sobre lo mal que uno lo pasa cuando piensa en lo que no debe, o como nada es lo que parece, ni siquiera lo que es.
Y precisamente voy a escribir sobre eso, sobre como pueden ser las cosas.
La verdad es que vengo de mi año más raro, un año de emociones extrañas en el que ha habido (y sigue habiendo) tanto ilusión como desengaño. La ilusión ha venido cuando ha aparecido gente inesperada en nuestras vidas, gente que parece que va a ser importante, con la que te gustaría pasar todo el tiempo del mundo, con la que compartirías una parte importante de tu vida, pero el desengaño llega cuando ves que esas personas no comparten esa ilusión contigo. Aún así, lo cierto es que esas personas no suelen ser culpables.Y aquí viene el peligro de pensar en lo que no se debe, de pensar que somos mejores de lo que somos y no tener en cuenta que la otra persona es demasiado distinta a nosotros, que sus ambiciones no tienen porque coincidir con las nuestras, pero la verdad es que de esos desengaños se aprende, o eso queremos creer.
Pero seamos sinceros, en muchos casos, la mayoría, la gente que se presenta en nuestras vidas aporta un toque a nuestra vida que la hace más rica.
Y bueno, la verdad es que creo que tener gente en nuestras vidas es siempre bueno, somos seres sociales.