lunes, 20 de agosto de 2012

Han vivido por encima de nuestras posibilidades.

Desde que entramos en esta crisis económica el mensaje oficial de nuestros gobernantes (tanto los políticos como la oligarquía realmente dominante) ha sido el de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades."
Lo peor no es que nos hayan querido vender esa idea sino que la hemos comprado, es con la que nos han vendido los recortes. La cosa es que estamos pagando los platos rotos de un sistema que nos ha esclavizado.
A costa de lo que quitan de sueldo a los funcionarios, de la subida del IVA, de lo que viene a ser el empobrecimiento de la gente van a llenarse los bolsillos los que tienen más, como por ejemplo nuestro ministro de economía, que se ha comprado un ático en la moraleja, cosa que la mayoría de nosotros jamás nos podremos permitir. ¿No está este ministro viviendo por encima de NUESTRAS posibilidades?
Lo mismo que aquellos diputados que aún teniendo casas en Madrid cobran dietas por alojamiento mientras se alegran de que los parados vayan a cobrar menos.

viernes, 10 de agosto de 2012

Somos hijos de la desesperanza

Nacimos cuando Fukuyama ya había decretado el fin de la historia y el triunfo del capitalismo liberal, fuimos por ello la primera generación que nació en un mundo unipolar.
Se habían acabado las "utopías" del "socialismo real" demostrando que no había alternativas viables al capitalismo, o eso querían que creyera el pueblo. Quedaba prohibido soñar con un sistema alternativo, ya que la sociedad no podía avanzar por otro camino que no fuera el de la economía de mercado.
Se había impuesto un nuevo pensamiento único a nivel global, la fe ciega en el mercado como la solución a todos los problemas, casi todos los sectores sociales la profesaban, incluso la socialdemocracia se quitó la máscara, eso de los derechos sociales no era más que algo anticuado, propio de la guerra fría y no debía ser mantenido ya que los comunistas ahora eran unos nostálgicos de un Antiguo Régimen superado por la historia, unos monstruos sin escrúpulos.

Y así seguimos más de veinte años después. Su pensamiento único sigue vivo, aunque con unas pocas fisuras que no han llegado a amenazar su hegemonía. Estas surgieron sobre todo a raíz de los movimientos "antiglobalización" o "altermundistas" que rechazan la preeminencia de la economía sobre los pueblos y piden la preservación de las culturas frente a los procesos imperialistas que pretenden homogeneizar todas las culturas en nombre del mercado.

Y por eso digo que somos hijos de la desesperanza, porque como sociedad hemos interiorizado la mentira de que es imposible un mundo más justo, de que no puede haber cambios sustanciales en nuestra vida. Acabamos cayendo en la apatía, en el "nada importa", en un nihilismo autodestructivo que nos lleva a, sin quererlo, acabar siendo máquinas sin pensamientos propios, incapaces de sentir más allá de la satisfacción instantánea que supone el consumo de bienes manufacturados, drogas o "amor" de pago.